miércoles, 16 de septiembre de 2015

Montserrat Boza, pastelera: «En La Sagrera hay cultura gastronómica»


Montserrat Boza vive en el barrio de La Sagrera y este año ha abierto la primera pastelería sin gluten en el distrito de Sant Andreu. Hace pasteles para cafeterías y hoteles, pero también vende al por menor en su obrador.

Montserrat Boza Pozón (Barcelona, 1975) tardó cinco años para dar con el clavo del porqué de sus dolores de barriga: era celíaca. De eso hace dos años y desde entonces empezó a trabajar una idea de negocio que tenía en la cabeza desde hacía tiempo. En julio abrió la primera pastelería para celíacos de Sant Andreu, Pastelosofía (Ferran Turné, 12-16).

Montserrat Boza, pastelera: «En La Sagrera hay cultura gastronómica»
Montserrat Boza , especializada en pasteles para celíacos.

-¿De dónde sale este nombre?

- Junté las palabras pastel y filosofía. Es un homenaje a mi formación de humanista y mi pasión por la filosofía. No me considero pastelera porque no vengo de familia pastelera, me considero pastelósofa. Eso significa que estoy aprendiendo dentro del mundo de la repostería.

-¿Por qué una pastelería?

-Cuando me diagnosticaron celiaquía e intolerancia a la lactosa tuve que empezar a aprender a comer de una manera diferente. La primera sensación fue que los productos sin gluten eran insípidos. Echaba de menos alimentos dulces y que estuvieran buenos. Así que decidí montar un obrador de pasteles sin gluten para venderlos en las cafeterías. También vendo pasteles al por menor, a particulares.

- Y decidió abrir su negocio en el barrio de La Sagrera.

-Lo abrí aquí porque creo que este producto puede cuajar. Hay una cierta cultura gastronómica en el barrio. La gente está cada vez más interesada por lo ecológico. También comprobé que para un celíaco es muy difícil vivir una vida normal.

-¿A qué se refiere?

-Si vas a una cafetería a tomar algo, es muy complicado encontrar productos sin gluten. Es ahí donde encontré el nicho. Crear un obrador y elaborar un producto para distribuir en cafeterías, hoteles, etc. Vi esa oportunidad de negocio que además, me motivaba personalmente.

-¿Ese es su propósito?

- Exacto, que los celíacos puedan salir a tomar algo sin problemas. Empecé a confeccionar un producto diferente dentro del mundo de la celiaquía, no solo dentro del mundo de la pastelería. Busco ser comercial, es decir, ofrecer una gama que pueda comprar una familia media.

-¿Cómo responde la gente del barrio?

-De momento muy bien porque nadie vende productos parecidos a los míos, hechos de manera artesanal. La mayoría de mis clientes son celíacos aunque por curiosidad también se acercan no celíacos.

-Los ingredientes deben ser complicados.

-Sustituyo la harina de trigo y el azúcar por harina de tapioca, quinoa, arroz y especias. También añado frutos secos.

-¿Cuál es su receta estrella?

-Sin lugar a dudas el pastel de zanahoria. Es el que me ha dado más suerte y el que ha tenido más aceptación entre los clientes. También hago uno de chocolate y calabacín que está buenísimo.

-¿Qué es lo más duro de ser celíaco?

-Me ha afectado mucho la integración social. El no poder ir a cenar con tus amigos porque en ese establecimiento no tienen productos sin gluten. Eso me pone de mal humor. Acabas aislándote. Me gustaría llegar a un punto en el cual la celiaquía estuviera totalmente integrada, que fuera algo normal.

-¿Qué comida le gustaría ingerir pero ya no puede?

-Echo de menos el pan de payés. Hay panes sin gluten que están buenos, pero como el de payés, ninguno. También la espontaneidad de comer en cualquier lugar lo que te apetezca. Ahora, cuando salgo de casa, he de acordarme de llevar algo para comer por si tengo hambre.

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