viernes, 13 de mayo de 2016

Los niños de campo desarrollan menos intolerancias que los de ciudad.


La presidenta de los pediatras de aparato digestivo alerta de un aumento de los casos de hígado graso en menores debido al sobrepeso.


Los pediatras especializados en el aparato digestivo, el hígado y la nutrición infantil, ayer, durante una sesión de trabajo.
Pediatras especializados en el aparato digestivo, el hígado y la nutrición infantil, ayer, durante una sesión de trabajo.

Los pediatras especializados en el aparato digestivo, el hígado y la nutrición infantil diagnostican cada vez más intolerancias alimentarias. Son patologías que están aumentando y, según explicó ayer la presidenta del colectivo, Carmen Ribes, «tienen mucho que ver con el entorno en el que nos movemos, mucho más limpio». Ribes -jefa de la sección de Gastroenterología Pediátrica del Hospital la Fe de Valencia- señaló ayer en Gijón que «un entorno limpio no favorece el desarrollo del sistema inmunológico y cuando éste responde mal, aparecen las intolerancias o las alergias». Un estudio realizado en el Reino Unido ha demostrado que «los niños que viven en granjas desarrollan muchas menos que un niño de ciudad». Apuntó que sí hay alimentos proclives a desarrollar intolerancias: la leche, los huevos, el pescado, los frutos secos... «Aunque en otros países, ocurre con más frecuencia con el cacahuete. En Estados Unidos, por ejemplo, hay más alergia a la naranja, cuando aquí no sucede».

Ribes hizo estas declaraciones tras la inauguración del XXIII Congreso de la Sociedad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica que reúne desde ayer y hasta el sábado a 508 profesionales de toda España e incluso de Sudamérica.

Habló también de cómo el momento de inicio en el consumo de un alimento influye en estas patologías. «Un niño menor de seis meses tiene el sistema digestivo muy inmaduro y su barrera intestinal es bastante permeable, por lo que si toma leche animal hay más posibilidades de que desarrolle una intolerancia a ella». Ahora bien, esta especialista aconsejó que tampoco es buena idea «retrasar demasiado la introducción de alimentos», pues así lo ha podido constatar en trabajos que ha desarrollado en grupos europeos. «La lactancia protege el sistema inmunológico, pero la introducción de alimentos no puede retrasarse mucho. Eso sí, no es lo mismo que un alimento se consuma varias veces todos los días que solo una vez». Además de las intolerancias alimentarias, otro de los asuntos que centra el congreso es el hígado graso en los pequeños. «Está vinculado al sobrepeso. Tenemos una de las mayores poblaciones infantiles de Europa con este problema. Un 30% de los niños con más de 8 años está por encima de su peso ideal y eso implica que un alto porcentaje de ellos vaya a tener hígado graso. Y el hígado graso no para. Es un estadio evolutivo que puede acabar en cirrosis. Mis compañeros han estado comentando que en Estados Unidos el porcentaje es abismal».


Reconocer la especialidad

Por eso, abogó por «una buena sintonización entre la vida que llevamos y lo que consumimos». Y recurrió al plato típico de su tierra: la paella. «Antes, la gente iba al campo, trabajaba, gastaba sus buenas calorías y después de comía una paella. Pero ahora un niño la come después de haber jugado todo el tiempo a la Playstation o después de estar todo el día sentado en el colegio». Es consciente de que la carga laboral de los padres hace que recurran a «platos precocinados». De ahí que insista en la importancia de que «los programas de televisión conciencien también de la importancia comer de modo saludable».

La apertura del congreso sirvió, asimismo, para solicitar el reconocimiento de su especialidad, que «trata un mayor número de patologías, con mayor complejidad en los tratamientos y métodos diagnósticos». Después de dos años, el ministerio ha admitido a trámite su solicitud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario